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Emprender a los 55

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Independientemente de la edad, una vez que generas un deseo se crea un sueño.  Me pasó en anteriores proyectos, el primero fue mientras estudiaba COU y  era el suplente de mi hermano mayor en el banquillo del equipo de baloncesto. En una semana creé mi primer  proyecto empresarial, se llamó Play BueGuin, importaba juegos de ordenador del Reino Unido, para Spectrum y Amstrad, tenía un amigo bedel  del Paraninfo que sabía «desprotegerlos». En las más exitosas tiendas de informática de Zaragoza estaban los juegos de Play BueGuin.

Amstrad Conpiedra

El deseo musical

Después vendría el deseo tener la mayor colección de música, eran tiempos de vinilos en los 80 y la vida me presentó a Wanderley López Gracia. Juntos montamos la importadora Equipo S.C. Bajo, el ala de Radical Records Valencia.

La música que sonó en Zaragoza en aquellos años es en mucha parte culpa de aquellos dos locos que decidieron irse con una maleta vacía a Londres a llenarla de discos.  Conocí a la madre de mis hijos y con ella creamos Objetos de Deseo, seguímos viajando a Londres con una maleta vacía.

De cómo llegue a ser pintor decorador para dejar de ser DJ, os lo contaré otro día.

Junto a la madre de mis hijos creamos Pindecor. La filosofía de un equipo de baloncesto aplicada a un equipo de pintores, que pintaban, empapelaban, eliminaban tu estucado, en un solo día, ocupándose de todo lo que conlleva; cortinas, muebles, cuadros, un auténtico éxito, aunque de éxito también se puede morir.

 

Emprender con vinilos el Arte Sano

Crisis y vuelta a empezar

Tras la crisis del 2008 me reinvente como Decoaccion junto a Liviu Panaite, que hacía unos años había sido un miembro de mi plantilla. Hubo otros proyectos, La Cala Shop, una boutique, Maderas de Sentir, emociones en madera, hasta que llegó la piedra.

No fue un amor a primera vista, fue ir poco a poco, al principio reacio a ella, después me fui acercando hasta que un día se convirtió en mi gran aliada, la convertí en un juguete para entretener a mis hijos en la playa. Jugábamos a la Petanca con ellas, hicimos equilibrios de piedras, al día siguiente compré una caja de pinturas de la Pajarita y volvíamos  de la playa con unas margaritas y unas tortugas.

Recordé aquella señora que conocí en Distrito Federal en México que hacía composiciones con piedras y comencé a jugar con ellas. Primero hice un Sol, después una flor, hasta que hice un niño con globos que parecían que volaban, ahí comenzó todo.

«Hay vida en una piedra. Cualquier piedra que se asiente en un campo o en una playa toma el recuerdo de ese lugar. Puedes sentir que las piedras han sido testigos de tantas cosas.»
Andy Goldsworthy
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